24 octubre 2005

San José de Carrasco I

Hoy no están las estrellas tatuadas en la carne negra del cielo.

Me gusta mirar esos puntos blancos allá arriba.

Pero hoy no es noche de estrellas.

El viento ruge mientras se filtra entre las ramas de los eucaliptus.

Soplidos ásperos que emergen entre los árboles.

Mis murmullos se aquietan. El tiempo se suspende.

Estoy pronto para dejarme llevar.

No hay nada humano ahí afuera.

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